viernes, 7 de agosto de 2009

Juventud al Congreso

Los que peinamos canas hemos visto las mismas caras en el espectro político por generaciones, un "quitate tú, pa' ponerme yo", antes eran caras, hoy son carátulas, al extremo de que ya se acepta aquello de "viejos robles" y mas mordaz aun, "los dinosaurios", a propósito: ¡Basta ya!

Los años vividos nos han enseñado que la prostitución es una de las profesiones más remunerativa, aunque tiene sus sub divisiones. Países desarrollados como China o Hong Kong la prostitución es ejercida como una escala intermedia entre las limitaciones económicas y los estudios, siendo sus protagonistas jóvenes clase media, distinto a la prostitución que se ejerce en países como el nuestro, en los que la prostitución es un fin, ejercida por jóvenes de familias excluidas de la sociedad, como forma de vida.

En estudios de investigación que en tiempos del ejercicio de estudios sociales pudimos participar encontramos que una joven dedicada a la prostitución clase media recibe diariamente entre dos y cuatro mil pesos diarios, mas propinas, regalos, y antojos. Pudimos deducir que ello significaba una entrada mensual de algo más de cien mil pesos.

Un vendedor de yaniqueques vende diariamente sobre mil pesos; un coquero, chinero, y otros vendedores ambulantes tienen ingresos de un promedio de 50 mil pesos mensuales.

Los técnicos chiriperos como los radiotécnicos, mecánicos automotrices, de aire acondicionado, etc. Tienen ingresos que se pueden estimar sobre los cien mil pesos.

Todos estos protagonistas tienen en común que generan ingresos tan altos que sorprenden si consideramos el salario mínimo promedio de aproximadamente 5,500 pesos, y que el 80% de los dominicanos empleados reciben salarios por debajo de los 30 mil pesos mensuales; no obstante estos elevados ingresos, su vida no parece acusar grados de superación y su calidad de vida no se compadece con sus ingresos; también tienen en común su bajo grado de escolaridad.

Analizando todas las variantes, vemos destacarse el desamparo que viven en cuanto a apoyo de políticas sociales que el Estado, y especialmente el cuerpo legislativo por el que votan para que les representen, entendiéndose que solamente los comprometidos con el servicio a la comunidad, la visión de desarrollo de la sociedad, y la capacidad intelectual que permita la valoración del hombre y la riquezas, pueden generar soluciones a las adversidades que la mayoría enfrenta en el discurrir de la vida.

Sintetizando, los dos principales factores que impiden que esta franja de trabajadores acumulen un capital que les permita salir de la vida de pobre son la falta de educación formal, y la valoración del dinero en el tiempo.

Es por ello que jóvenes descendientes de familias adineradas invierten unos miles de pesos en un restaurante de comida rápida, en una tienda de bisutería, o en una oferta de servicios y equipos de computación alcanzan a acumular riquezas que les permite disponer de un significativo capital. En ellos se conjuga niveles de educación y forma de vidas superiores a las de los trabajadores ocasionales arriba citados.

Lamentablemente, en nuestra sociedad no existen clases gobernantes, tampoco existe una división de clases que permita la focalización de proyectos para la consecución de objetivos. Nuestros funcionarios llegan al poder de la nada, muy pocos en capacidad intelectual complementado con el éxito de la practica profesional; nuestros legisladores son activistas simpáticos de comunidades que se ven persuadidos por el espejismo de soluciones coyunturales que subyugan sus voluntades a las apetencias políticas de improvisados locales que aprovechan el oportunismo electoral.

El Senado es una figura que la educación básica nos enseña, y se sintetiza en la concentración del conocimiento y la experiencia de los años para complementar al jefe del Estado en su gestión político-administrativa, en su origen, por lo que era un sitial reservado a pro hombres, y su influencia era tan respetada como consideración merecían del gobernante de turno.

Por lo que hemos llegado a la conclusión de que al Senado deben ir hombres y mujeres de elevada capacidad intelectual, expertos en las ciencias del conocimiento, con experiencia en la elaboración de propuestas para mejorar las condiciones sociales de la comunidad a la que le sirven.

También deben ir hombres sabios cuya experiencia en el discurrir de sus vidas, les haya permitido descubrir las claves que dan respuestas a las adversidades que las comunidades enfrentan en la vorágine de su tan desigual evolución.

En la actualidad nuestros legisladores o son mudos, disléxicos, o salva honras, porque no hay regla sin excepción. La concepción política prima en los legisladores, sus conceptos sectarios se imponen habida cuenta de que son improvisados el ejercicio legislativo, al extremo que se venden como representantes para solucionar los problemas locales, concepto este divorciado completamente de las funciones de un legislador.

Es obligación de nuestros jóvenes de hoy empoderarse y realizar las transformaciones que los políticos que han pasado nos han negado. La política como ciencia no es mala, ni corrompida, tampoco es perversa, malos son los oportunistas que ven en su ejercicio la vía fácil para agenciarse beneficios pecuniarios que su incapacidad cognoscitiva no les permite, mas su arrojo y no tener qué perder, los arroja a la vorágine de las necesidades y de las mentiras, llenando el espacio que la ausencia de buenos dominicanos les facilita.


Con la incursión en la vida política de jóvenes meritorios nos devuelve el optimismo y nos mantiene la esperanza de que todavía hay patria. La incursión en la vida política de jóvenes profesionales destacados nos hacen sentirnos optimistas, jóvenes como Jaime Aristy Escuder, Víctor Suárez, Winston Anaud, Faride Raful, Sanz Lovatón, Leyla Mejía, Mario Lama, entre otros tantos, auguran cambios radicales en la forma de hacer política, de legislar y de servirle al país.

No es criticar a los “dinosaurios”, es sustituirlos con el empuje de nuestra presencia y de nuestras propuestas.

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