jueves, 12 de agosto de 2010

Enanismo político

Centralismo democrático

El ejercicio legislativo sustentado por representantes del pueblo de una sociedad gobernada bajo un régimen democrático apenas frisa los cincuenta años últimos de la existencia en nuestro país. Como otras tantas funciones de los poderes del Estado, la fragilidad institucional del ejercicio congresual se evidencia en las conocidas indelicadezas que abruman ese cuerpo que la historia de la civilización le ha conferido el calificativo de honorable.

Habida cuenta de que en nuestra sociedad no existe una clase gobernante, tampoco existe una clase política que de manera profesional, discurra al través de la vida diaria de los pueblos, cumpliendo sus cometidos y llenando las expectativas de la sociedad.

El tercermundismo que nos acogota hace posible la convergencia de la representación democrática, y el centralismo democrático en el accionar de los partidos politicos. Dos conceptos de la democracia completamente divorciados en cuanto a su forma de ejercerlo, además de que uno sustenta la filosofía partidaria de la izquierda, y el otro la de la derecha.

Amparado por las leyes, los partidos políticos articulan su estructura, estatutos y procedimientos, de suerte que el poder de decisión se centralice en la cúpula de dirección, santificándolo con la limitada participación del electorado, lo que da lugar a que los legisladores no hagan conciencia de ejercer sus funciones priorizando los intereses de sus representados. quienes los eligieron, sino se anteponen los intereses partidarios, y hasta los intereses políticos y económicos de legisladores, salvo excepciones.

Las sociedades experimentan cambios en sus usos y costumbres. Hace apenas cincuenta años, éramos un vecindario, desconocíamos los valores institucionales del Estado. Ignorábamos que un síndico es una autoridad superior a cualquier secretario de Estado, o jefe militar, porque por mandato del pueblo, es el administrador de la ciudad, siendo la autoridad ejecutiva del gobierno local que rige la vida del municipio o ciudad.

Recordemos que para los Doce años famosos, ser legislador no era de interés para los políticos, de ahí que todavía está vigente un pago como “incentivo” por asistencia a los diputados, y que llegamos a tener diputados analfabetos, desde luego, todavía tenemos émulos de aquellos iliteratos, aunque alfabetos funcionales.

El ejercicio del centralismo democrático es violatorio a la Constitución porque coarta derechos de militantes políticos que aspiran a posiciones electivas, ya que su suerte es decidida por una minoría privilegiada. También es violatorio la “reserva” de candidaturas para asignarlas alegremente, de acuerdo a las preferencias de unos pocos.
Debe considerarse la asignación de candidaturas en listas cerradas y bloqueadas para que los partidos lleven al Congreso a políticos que representen el pensamiento político de la organización, y de profesionales que sustenten la calidad técnica del Congreso.

También debe considerarse eliminar de la Constitución la obligatoriedad de que todas las circunscripciones electorales sean poli-nominales, para que al reducir el territorio electivo, crear circunscripciones uninominales para que votantes y representantes se acerquen, y que se haga posible el voto castigo o premio, de acuerdo al ejercicio de los aspirantes, además de que reduciría la compra de los votos debido a la cercanía obligada de los actores.

Es inexplicable que no obstante las tantas alharacas de modernidad y progreso, estemos viviendo la desvergüenza de tener políticos que se burlan de los votantes al postularse al senado y una vez obtenido la curul, la cambian por otra posición, cual vil trueque de malandrines.

O el acarreo de votantes desde la capital a campos de provincias para ganarle al dirigente comunitario, comprando el voto con pica pollo y mil pesos para la vergüenza.

Eufemísticamente somos un país que va pa’lante; realmente somos una aldea con una mano adelante y otra atrás.

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