domingo, 8 de agosto de 2010

La Pérdida de Valores Éticos

Al pasar de los años, debemos reconocerle al Dr. Peña Gómez su calidad humana y valores morales en el ejercicio de la política partidarista, cuando recordamos su férrea oposición a que connotados dirigentes políticos abandonaran sus partidos para ingresar al PRD.

Porque la reciente presentación del Sr. Papo Luna por el Presidente del PLD, el Dr. Fernández pone en evidencia vestigios de la mediocridad humana. El propio Sr. Luna enseña el refajo cuando justificó su ingreso al PLD con el argumento de que “después de mas de veinte años como presidente del Partido en la provincia Sánchez Ramírez, lo relevan del cargo, de lo cual “se enteró en la calle”, cuando en verdad debía estar agradecido del Partido por todos los beneficios que conllevó su distinción como dirigente máximo del perredeísmo en esa provincia.

La sensatez del retiro, o de respetar el derecho ajeno al crecimiento social, político y económico, no existe en la mentalidad de los dominicanos. Como tampoco existe la valoración al trabajo diario, se pretende vivir del pasado, basta con esgrimir los años de militancia, de amores, o de odio.

El cuerpo humano pierde diariamente cantidades de pelos y bellos, de piel, de minerales; todo esto para revitalizar el organismo en su conjunto. Y nosotros, simples mortales queremos aferrarnos a lo que no es nuestro, permitamos la formación de nuevos dirigentes para los nuevos tiempos.

Bien hizo el Dr. Serrulle cuando aceptó la nominación a alcalde por el municipio de Santiago dejando claro que no renunciaba al peledeísmo, y de igual manera Víctor Gómez Casanova continúa su defensa al balaguerismo, aun a sabiendas de que no es de mucho agrado en su nuevo núcleo político, pero estas posiciones concitan un gran respeto y credibilidad a ambos políticos.
De manera equivocada, los dominicanos han satanizado el ejercicio del transfuguismo al extremo de que este termino por sí solo se estima agresivo, lo que no es infundado. De acuerdo a su definición, el tránsfuga es un militante político que cambia su afiliación como resultado de acogerse a un nuevo pensamiento político.

Lo que si debe ser valorado en su justa dimensión es el motivo por el cual se ejerce ese derecho, porque el simple echo de una rebeldía por no haber sido favorecido en lo personal, no justifica la drasticidad de un cambio de partido, y la concebida crítica a un ejercicio político de toda una vida.

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