viernes, 20 de agosto de 2010

¿Una Sociedad Maleada?

De acuerdo a lo estipulado en leyes que persiguen el delito, se es cómplice por participación, y por omisión. Esto es que si usted tiene parte activa en un delito, es cómplice; si usted conoce de la comisión de un delito y no lo declara ante las autoridades, se hace cómplice del delito mismo.

Al extremo de que muchos ciudadanos son sancionados como cómplices por el sólo hecho de estar en compañía de quien delinque, como es el caso de viajar conjuntamente en un vehiculo privado, con un narco traficante; o su presencia en un allanamiento en donde se encuentre posesión de sustancias controladas o artículos prohibidos por la ley.

Esto a propósito de la indolencia que se evidencia en la administración del Estado, cuando las denuncias sustentadas con evidencias visuales no causan reacción en las autoridades empoderadas por la Constitución de cumplir y hacer cumplir, por lo que se puede colegir que ante la indiferencia de actos de malversación de fondos de los funcionarios del Gobierno Central, el Presidente se hace cómplice.

Como cómplices de robo, soborno, falsificación de documentos, y perjurio son todos los obtusos sanjuaneros que voten por su candidato a senador, así como también los molondronosos comentaristas amarillos que, en actos de genuflexión, alaban al infortunado Magíster de la Uasd.

Como miserables deben sentirse los mocanos que alaban al candidato oficial a la senaduría, porque no pueden distinguir el uso indebido de los dineros con que el candidato ha comprado el favor de los votantes. Más aun que todos sabe su origen, y que el derroche de dinero, tanto en obras con sello oficial, así como también, el boroneo para la claque, no sale de sus bolsillos, salen de bolsillos ajenos, y eso tiene su nombre.

Pero lo que mas debe llamar la atención es lo que sucede en Santiago. Con lo exigentes y orgullosos que son los cibaeños, verlos ciegos con los ojos abiertos, aupando a un sindico que ha impuesto su autocracia en el Ayuntamiento; que ha beneficiado económicamente a su hermana, tanto empleándola como comprándole bienes y servicios sin concursos; su prepotencia ante una dama elegida por la comunidad; y hasta sus rabiecas y aviesos comportamientos personales.

Y si esto fuera poco, la compra del favor del voto para beneficiar al síndico de la capital, avergüenza a los capitalinos que, impávidos, tienen que soportar la agria actuación de un cómico mediocre, con poses fingidas, y recia disposición para desacatar sentencias, mentir, incumplir y entorpecer el desarrollo y el crecimiento de la ciudad que él no sabe, es su administrador.

Y si este último es cómico, el senador ejemplar es más patético aun. Sus limitaciones lo conducen a compensarlas, cuan “pechito” inflado y con bravuconadas, y agresión verbal contra los mas chiquitos, ante la embriaguez que lo mantienen en su olímpico virtual.

Espero que su obnubilación no sea tal que no recuerde lo raudo que pasa el tiempo, y que los carguitos son eso, temporales.



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