¿TERCERMUNDISMO?

Fundamentos de la existencia humana son privativos de los cientistas, y los neófitos perdemos la oportunidad de disfrutar de la verdad, y peor aun, de la libertad del conocimiento.
La complejidad del proceso de aprendizaje y uso del conocimiento del hombre es objetivo privado para los cientistas sociales, y de la salud. Pero esencialmente sabemos que el hombre aprende por práctica o por teoría.

Nos mueve hacer estas disquisiciones, la observancia de los eventuales perjuicios que nos puede acarrear una práctica aldeana a que el sistema nos somete.

El animal reacciona a simbolismos, uno de ellos es el color. Nos comportamos instintivamente de acuerdo a los colores que vemos. Inicialmente figuramos la naturaleza como verde, el día como claro, la noche de color oscuro, el rojo con la sangre, etc.

Es por ello que los conductores reaccionan automáticamente a los colores rojo, amarillo y verde. A las líneas blancas sólidas; las amarillas sólidas; los pasos de “cebra”; y las interrumpidas de ambos colores como sinónimo de permisión.

El efecto eventual que nos preocupa es la práctica de la sustitución de las señales de un semáforo encendido, por la autoridad de un miembro de la Policía. El dominicano ya ha registrado en su “disco duro” el motivo de un entaponamiento no obstante ver a distancia un semáforo en operación. De manera inmediata dice: ¿“a que hay un Amet dirigiendo el tránsito”?

La pérdida de respeto a los colores de las luces de un semáforo es una amenaza más a la vida de los ciudadanos que circulan por estas calles. Se ha demostrado que el miedo es uno de los más auténticos garantes de la existencia de la vida humana, y hasta la de los animales irracionales.

En países de verdad, se estila apagar los semáforos cuando las autoridades se ven obligadas a dirigir directamente el transito vehicular. Esperamos no sea mucho pedir que se haga lo propio en nuestro lar. Aunque no seamos testigos, pero eventualmente seres una sociedad organizada.